viernes, 17 de abril de 2015

A Galeano

No, no y no. No me puedo creer que esas manos no escriban mas palabras. Mis escritores favoritos suelen andar muertos, pero TU, único, irrepetible y siempre vivo. Me niego a decirte adiós, pero si te daré las gracias.

Llegaste a mi vida en forma de abrazo y encendiste la llama, el fueguito de aquella joven que quería comerse el mundo pero no sabia muy bien por donde. Necesitaba un paradigma diferente a lo que se me ofrecía, un enfoque nuevo en el que poder basar mi percepción de la realidad social, política e histórica. 

Pero primero tenias que llegarme con el abrazo que desquebraja y culmina en muerte, una muerte tan lúcida que pasaste a formar parte de mi equipaje de vida. Y es que el Libro de los Abrazos es un bálsamo que cura heridas. Un libro que fue mas bien una guía de salvación, un enganche a un no se qué de querer escribir, un despertar de conciencia, conciencia que nunca más pudo quedarse dormida. Me ayudaste a mirar.

Devoré Patas Arriba en la universidad, leí  Las Venas Abiertas antes de pisar "las Indias", Memoria del Fuego, varios artículos, uno sobre el terremoto de Haití, que aun conservo. Cuando viajé a Santo Domingo te encontré en cada calle, en cada casa colonial o Iglesia, en sus cafetales, en sus campos estériles antes cultivados de caña de azúcar, en la mirada del apátrida, en las caras de sus gentes, esa mezcla que prueba el delito de su historia, sus heridas. 

El juglar de las verdades hirientes, el que les dijo a la cara señores, ustedes, esos que se hacen llamar desarrollados, los ilustrados, nos han arrancado de cuajo nuestra cultura, nos han esclavizado, explotado, violado, aniquilado, saqueado, evangelizado y nos han dejado los despojos, la violencia, la corrupción, la miseria, y además ustedes, siguen jodiéndonos a través de sus bancos y multinacionales, pero además, han decidido a su antojo los políticos y las dictaduras de turno que hemos tenido que sufrir... y son capaces de llamarse primer mundo. 

El contador de leyendas que devolvió la voz a los de abajo, el que nos enseñó a caminar hacia la utopía, el que gritó América sois un pueblo hermoso, vuestra es la tierra porque vuestra es la sangre derramada para el enriquecimiento de otros, tenéis una cultura milenaria rica y sabia, respetuosa con la naturaleza y los recursos, podéis decidir por vosotros, 500 años son suficientes.

¿Para qué escribe uno si no es para juntar sus pedazos? y ya ves aquí ando a ver qué junto, dándole vueltas al porque no debe haber razón sin corazón, intentando describir esta cierta orfandad que ahora me invade,  pero ya acabo ya, que esto solo era para darte las gracias por esa Ventolera que aún golpea, los cimientos de mi ahora.




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