martes, 7 de julio de 2015

Murallas

La mediocridad que invade los días, intenta perpetrar en mi ánimo, no, no soy yo, yo no soy mediocre. Puedo ser lo más puro y a la vez lo más contaminado, mis sentimientos no son claros, suelen estar la mayor parte del tiempo nublados, como este cielo asturiano, que recubre las montañas de fondo sobre una ría inmensa y bonita. Igual que sube la marea y lo cubre todo, la arena, los islotes verdes que solo son visibles durante seis horas al día, así me siento a tu lado, invisible la mayor parte del tiempo, ahogándome bajo esa llamada que ignoras. No sé qué quieres de mi ni porque insistes, si contigo afloran mis miedos y te miro y no te creo y pienso, qué hago aquí, buscando amor en ti, amor, lo único que no tengo. Soy feliz la mayor parte del tiempo, cuando no percibo una hacha emocional sobre mi cuello, y a veces siento que le podría dar la vuelta a todo lo que anhelo, que ando por encima de mucho de lo que vivo, que vivo como quiero. 

La prepotencia es mi arma, la ceguera mi refugio, la soledad es mi condena y el amor una fábula de mi alma incrédula. Y cada vez tengo más claro, que vivo y no amo, mi corazón ha interiorizado que para eso yo no valía, profecía que cumplo día a día. Ya llueve, el aire huele a humedad en este oasis peninsular, donde he venido a reflexionar, en esta pérgola de madera con vistas al mar, que sé que no me quieres hacer ningún mal, pero también sé que lo mismo que me ofreces, estoy harta de hallar. 




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